Senor, Tú, que al más mezquino gusano infundes aliento para que pueda contento cumplir su vital destino ; Tú, cuyo soplo divino á cuanto crece y respira fe en tu omnipotencia inspira, no dejes que sólo el hombre tu poder tenga y tu nombre por una inútil mentira. Fué rey, y se ve sin trono ; noble, y se ve sin honor ; soldado, y perdió el valor. ¿Qué le resta en su abandono ? Doquier cree tu eterno encono ver ; nadie en su mal le abona ; todo el mundo le abandona ; vuelve ¡oh Dios ! al que olvidado se ve rey, noble y soldado, sin valor, honra y corona. Jesús, hijo de María, Redentor del universo, por el justo y el perverso expiraste el mismo día. Duélete de su agonía, por la que en la cruz sufriste, y que no imagine el triste que si por todos bajaste, al desdichado olvidaste y al pecador redimiste. Mas ya es de noche ; el nublado espesa ; brilla la llama del relámpago ; el mar brama á lo lejos irritado.