Hogar es familia unida tiernamente y siempre. El padre pasa a ser, en sus pláticas, amigo llano de los hijos, mientras la madre, en los descansos de su labor, los mira sonriendo. Una templada contienda entre los hermanos hace que aquél suba a su jerarquía patriarcal y decida y amoneste con dulzura. Viene la paz, y el padre y los hijos se vierten puras confianzas, y toda la casa tiene la beatitud y calma de un trigal en abrigano de sierra, bajo el sol. A los retraídos aposentos de muebles enfundados suele llegar frescura y vida de risa moza ; y vuelto el silencio, síguese la voz del padre que dice de su infancia, de la casa de los abuelos... ; y el cuento de las costumbres de antano, celebradas buenamente en familia, se trenza con el de las travesuras infantiles de los hijos, ya hombres, que están atendiendo. Y el íntimo y sereno contentamiento acaba cuando el padre queda con la mirada alta y distraída recordando el verdor de su vida ; suspira, o bien murmura : "¡En fin ! " , y mira al reloj. Entonces, los hijos besan su frente y su mano y la mano y la frente de la madre...