Entre los grupos étnicos del México actual, probablemente es el yaqui al que con mayor frecuencia se ha calificado de rebelde. Tal fama podría llevar... > Lire la suite
Entre los grupos étnicos del México actual, probablemente es el yaqui al que con mayor frecuencia se ha calificado de rebelde. Tal fama podría llevar al observador exterior a considerar la historia yaqui como simbólica de las luchas indígenas contra la dominación colonial o neocolonial -que se inició con la Conquista y puesta en práctica por la sociedad nacional nacida de la Independencia-. Sin embargo, y esto es una de las principales aportaciones del libro de Cécile Gouy-Gilbert, el caso de los yaquis es totalmente atípico dentro de la historia del México indígena. Desde su primer encuentro en 1533, las relaciones entre los yaquis y el mundo yori, que en realidad no siempre fueron conflictivas, siguieron un curso alejado tanto de la lógica de conquista-control que prevaleció en lo que fue Mesoamérica como de la otra lógica de conquistadestrucción impuesta a las tribus de la América árida. Superando la complejidad de los acontecimientos, el trabajo realizado por la autora tiene la virtud de aclarar perfectamente bien la sucesión de los hechos. Pero la calidad del estudio se aprecia aún más en los comentarios con los cuales concluye la presentación de cada fase del proceso histórico de resistencia. Es aquí donde los métodos de la resistencia, que muchas veces han tomado un camino indirecto, se hacen explícitos. El primer capítulo estudia todo el periodo colonial hasta la expulsión de los jesuitas en 1767. Desde el inicio, los contactos entre los yaquis y los españoles se establecieron según un esquema poco común. Victoriosos en el campo de las armas, los yaquis solicitaron el envío de misioneros. En el transcurso del siglo y medio de "paz jesuita", al mismo tiempo que se realizó cierta aculturación, se reforzó la identidad del grupo. Con la Independencia se inició un largo y complejo proceso de agresiones por parte de la sociedad nacional que culminó con el intento de genocidio más severo de la historia moderna de México: la deportación de 15 mil indios a Yucatán. Pero antes de este episodio, detenido por la Revolución, la resistencia, a la vez armada y política -el oportunismo en ambos campos fue entonces todo un arte-, no sólo aseguró a los yaquis cierta autonomía sino que también les permitió adaptarse poco a poco a las nuevas características de la sociedad dominante. Acerca del periodo revolucionario, la presente obra tiene un resultado muy saludable: descarta el riesgo de confusión de cierta historia oficial que, bajo el pretexto de la participación de los indios en los movimientos revolucionarios ( ¿cuáles?, ¿por cuál motivo?), sugiere que se hubiera sellado la reconciliación entre el grupo yaqui y los yoris. Estando todo el estudio enfocado hacia el fenómeno de la resistencia no es sorprendente constatar que las últimas páginas del libro, dedicadas a la actual situación de los yaquis, se repartan entre los polos de preservación e integración.