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Porque amar así al Dios Altísimo no es un mandato más, sino la esencia misma de la vida abundante para la cual fuimos creados· Es el único camino que conduce a la comunión plena con Aquel que es la fuente de toda bondad y perfección· Apartados de amar a Dios sobre todas las cosas, nos separamos de la corriente de vida eterna que brota del trono celestial. ¡Oh maravilloso amor! Que el Rey eterno, infinito en poder y majestad, desee ardientemente ser amado por Sus criaturas finitas y pecaminosas· Que el Señor soberano de todo clame en Su misericordia: "Hijo mío, dame tu corazón"· Tal es la gracia inmerecida que destila de las puertas de los cielos· ¿Será posible que creaturas tan pequeñas puedan corresponder con un amor que iguále la dimensión de este amor divino? La respuesta es sí, por cuanto el mismo Dios nos ha capacitado para amar con todo nuestro ser· Primeramente, al enviarnos en Cristo Jesús la más grandiosa expresión de amor jamás vista - El Hijo único del Padre, que siendo Dios se despojó a Sí mismo para redimirnos· En la cruz del Calvario, contemplamos la prueba máxima del perfecto y eterno amor con que Dios nos amó primero.