La luz de un día de enero empezaba a desvanecerse. Ana Stepney había visto cómo el sol se ponía tras los tejados de las casas de enfrente, dejando... > Lire la suite
La luz de un día de enero empezaba a desvanecerse. Ana Stepney había visto cómo el sol se ponía tras los tejados de las casas de enfrente, dejando un apagado resplandor amarillo sobre las chimeneas. Estaba cansada de estar sentada en la silenciosa habitación, escuchando el crepitar del fuego; durante más de media hora su abuelo había estado durmiendo en su viejo sillón, y Ana se había sentado inmóvil junto a la ventana. No había mucho que ver en la calle, aunque estaba en medio de una gran ciudad. Cuando los carros del mercado habían ido y venido, y el carnicero y el panadero habían pasado traqueteando por las casas, el tráfico del día estaba casi terminado. En cuanto a los pasajeros a pie, eran de la clase no elegante, pues la calle no estaba en un barrio aristocrático del lugar.